El Mural

Una tarde de café, allá en el cielo.
Donde solo pueden ir, los elegidos.
Los que aquí en la tierra, se han ganado
el privilegio, que se los llame amigos.
Ahí están, como abanico desplegado
trece almas nobles gozando en lo infinito.
Solo una de ellas, enviado de la tierra
subió tan solo, a saludar por un ratito.
Y amalgamando presente con pasado
en esa mezcla resistente a los olvidos
donde en los tiempos duros de la historia
tan solo el hecho de pensar distinto,
era motivo más que suficiente
para perder la vida, sin distingos.
En esa línea tan frágil que separa,
de lo real a aquellos que han partido,
hoy puedo ver  soñando realidades
esas juntadas de vinos compartidos
en amenas tertulias distendidas
sin importar el tiempo transcurrido.
Escucho a Hugo del Carril, Leonardo Favio,
entonando en voz baja la marchita…
a Nelly Omar, Cafrune y Paco Urondo
recordando lo grande que fué Evita
a Leopoldo Marechal y Santos Soto,
compartiendo con Walsh y Pedro Chappa,
A Scalabrini Ortiz y Homero Manci
con su bandera de  Forja desplegada.
y al Tata Cedrón que por un rato,
los pasó a saludar esa mañana.
Ahora, nombrar quiero a los presentes
como homenaje sentido y merecido,
a Julián Crigna “el Dios de los murales”
que luego de plasmarlo con cariño
lo eternizó en lo ancho de éste muro
para poder disfrutarlo por los siglos.
La militancia, es un don que muchos tienen,
pero no todos la ejercen con buen tino,
los ideales se defienden con la vida,
primero Patria, luego Perón, después el vino.
Solo me resta rescatar de este coloquio
con plena convicción de lo que digo
aquella frase que en boca de un pensante
jamás se tropezó con el olvido
NADA GRANDE SE PUEDE HACER CON LA TRISTEZA
se los recuerda Don Jauretche, un gran amigo
que en el rincón de este mural dice presente
y a cada uno que aquí llegue…¡ bienvenido!!
Carlos Parrella.

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